Fotografía realizada en Adana, Turquía, ciudad poco turística. En torno a su gran mezquita tiene un bonito parque, de esos con lagos, juegos para niños y merendero. En uno de aquellos locales, entre un bullicio de parejas, familias con hijos, grupos de mujeres, amigos tomando el té..., estaba este buen hombre, sólo en una mesa para ocho, mirando hacia uno y otro lado, pero sin mirar a nadie en concreto, como si su mente estuviese viajando hacia otros momentos, quizás en ese mismo lugar, con su familia, sus amigos, su novia..., tal y como se vivía a su alrededor.
Me recordó mucho a la letra de la canción de Serrat y, de aquí el título de la fotografía.
No puedo menos que poner un fragmento de esa canción:
Si se viviese entre amigos
que al menos de vez en cuando
pasasen una pelota...
Si el cansancio y la derrota
no supiesen tan amargo...
Quizá llegar a viejo
sería todo un progreso,
un buen remate,
un final con beso.
Si no estuviese tan oscuro
a la vuelta de la esquina...
O simplemente si todos
entendiésemos que todos
llevamos un viejo encima.
Me recordó mucho a la letra de la canción de Serrat y, de aquí el título de la fotografía.
No puedo menos que poner un fragmento de esa canción:
Si se viviese entre amigos
que al menos de vez en cuando
pasasen una pelota...
Si el cansancio y la derrota
no supiesen tan amargo...
Quizá llegar a viejo
sería todo un progreso,
un buen remate,
un final con beso.
Si no estuviese tan oscuro
a la vuelta de la esquina...
O simplemente si todos
entendiésemos que todos
llevamos un viejo encima.
Fotografía: Pedro F. Cantero Soto
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