sábado, 12 de abril de 2008

La soledad del cautivo









En las grandes capitales de europa, no se ven perros callejeros. Tampoco se ven las perreras de los suburbios, donde estos animales son depositados como si de un punto limpio se tratara. De aqui se desprende esta historia:
Ese mamífero carnívoro doméstico de la familia de los cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diverso, le lamió la mano, le trajo las pantuflas, le lamió el torso, lamió su frente, corrió a su alrededor, ladró, chilló, lloró. Esa mañana su Dios no despertó.
Si quieres ver la historia completa pincha aqui:
http://www.atean.es/descargas/chucho.pdf
Foto: Charly Saladén Vargas
Textos: Miguel Ruiz Poó

1 comentario:

Obturado dijo...

Aunque triste, muy buena la historia. A veces el ser humano se empeña en empeorar las circunstancias ya de por sí desagradables.